El agua se encontraba calma y el cielo estaba despejado. Ella miraba a su alrededor y lo único que veía era agua pero estaba mas tranquila y mirar el horizonte ya no le causaba nauseas. Aunque a veces se sentía mareada porque todo le parecía lo mismo, todo se reducía a un infinito de color azul que a lo lejos se chocaba con el cielo. Miraba hacia el este y los ojos se le llenaban de lágrimas, porque allí estaban los 14 años de su vida que no se pudo llevar consigo.
Pasaba el día entero sentada en un rincón de la proa, mirando el océano con sus piernas tapadas con una manta de su abuela. Por momentos se pasaba horas escribiendo en su diario personal y cuando levantaba la vista ya era de noche, ya había pasado un día mas.
Mas allá del shall de lana que cubría su espalda y el rodete que ataba sus cabellos la juventud la perseguía en cada pisada, en cada palabra y en cada mirada por mas melancólica que esta sea.
Todavía quedaban veinte días o más para llegar a destino, un lugar que para algunos eran las tierras prometidas y para otros era una ciudad pegajosa que además olía mal:
Bonosaires, Aryentina, trataban de pronunciar los italianos que viajaban en el Oceanía y que jamás en su vida habían hablado español.
Vera compartía el camarote con su abuela y con 6 mujeres más. De vez en cuando, por las noches, se escuchaba alguna rata perdida por los pasillos pero no era motivo suficiente de preocupación.
En su diario Vera escribía:
“Marzo de 1938:
Hoy es nuestro primer viernes en el barco. La bubbee dijo que íbamos a respetar nuestras tradiciones pero ¿Cómo haremos para no despertar la atención del resto?”
Con las primeras estrellas del viernes Vera y su abuela se recluyeron en el camarote para respetar el Sabbat. Hasta el sábado a la noche seguirían allí, encerradas, orando, tratando de no levantar sospechas. Sus certificados de bautismo las resguardaban de cualquier tipo de ofensa, esos que habían conseguido para poder viajar.
Prontamente se cumplió una semana de viaje pero Vera sentía que estaba allí hacia meses. La nostalgia se había apoderado de ella y todo le recordaba a su pueblo, que ahora ya no era más suyo. Sentada en el mismo rincón de siempre, mirando la inmensidad, los recuerdos se iban apoderando de ella y ahora no quiere pensar. Prefiere imaginar. Imaginar que esta en un viaje para recorrer el mundo, los lugares mas hermosos, sentir nuevos olores, pero después regresar a su bella Trieste.
Una anciana pasa con un crucifijo en la mano y las imágenes otra vez vuelven. Quiere distraer la mente, tararea una canción pero ya no puede seguir reprimiendo los recuerdos, tienen que salir. Una lágrima recorre su mejilla mojando sus labios dejándole el sabor amargo de un triste episodio. Y ahí se ve caminando hacia el colegio el primer día de clases haciendo el mismo recorrido de siempre, hasta que oye esa voz que aun le retumba en los oídos.
- Tú aquí no eres bienvenida.
El eco de esa voz la horroriza le impide seguir pensando. Luego ve el esquivo de sus amigos que la corren del medio de la entrada de la escuela y le ruegan que nunca más les dirija la palabra.Prefiere pensar que es una pesadilla pero está allí, ella es la protagonista, ella es ahora una desconocida. Y se larga a correr. Corre hasta su casa, ese recorrido, el de siempre, que ahora ya no es el mismo. Todo le resultaba desconocido ¿Cómo puede ser que no reconozca la Piazza unita? Siente que le arrancaron las raíces de un tirón ya no es la misma de antes.
Acá esta la primera parte de mi proyecto. Lo que sigue y el final ya estan pero le faltan algunos "retoques" por eso subo lo que tengo porque estoy trabada, nose si se entiende lo que quiero contar. espero sus opiniones.
ResponderEliminarnos vemos el martes!