Querido Jorge:
Confieso que es muy difícil responderte, por eso mi tardanza en hacerlo. A mi también la muerte de Marcos me afecta mucho. La verdad que era una persona muy querible, al igual que vos, todavía me cuesta reponerme del impacto que genera su muerte. Trato de imaginar tu dolor, tu desesperación pero es imposible, yo no tengo hijos. Y responderte únicamente para decir “te acompaño en el sentimiento” sería hipócrita de mi parte, y eso no es lo que vos esperas de mí.
Fuiste sos y serás un maestro. Mí padre siempre tuvo celos de nuestra relación casi fraternal, pero de él también estuve orgulloso, aunque nunca se lo pude decir. Me enseñaste a mirar el mundo con otros ojos, a confiar y a solidarizarme con los demás. Y ahora me venís a decir que dude de todo! Ya es tarde para que me digas estas cosas, la entrega y el compromiso son parte de mi vida.
No quisiera sentirlo, pero la verdad es que estoy decepcionado. Y tu carta ayuda a fortalecer mis ideales, sí esos que tanto hemos defendido, esos por los que brindamos con mate cocido, aquella noche fría de julio en Ciudad Evita, repartiendo frazadas y alimentos, cuando bien pudimos haber estado festejando tu cumpleaños con familiares y amigos.
Talvez soy demasiado joven para poder entenderte, y la advertencia de mi padre cuando decía “el día que tengas un hijo vas a ver como me vas a entender” fuese cierta. Pero me resulta tan difícil poder darte la razón. Comparto con vos la idea de que aquel que comete un crimen debe pagar por ello. Pero el pibe tiene 16 años, también es una victima de este sistema tan injusto. Mandarlo a la cárcel sería casi como matarlo. Ese pibe necesita ayuda, educación, contención. Vos sabes muy bien como funciona el mundo, yo no soy nadie para explicártelo.
También, al igual que vos, siento un desequilibrio interno. Pareciera que esta carta en lugar de respondérsela a mi maestro de la vida, estaría dirigida a esos reaccionarios que piensan que en cada esquina que frenen con sus autos lujosos se la van a dar. Esos que andan por la vida despotricando contra los negros, los resentidos sociales, los culpables de todo. Pero sé que vos no sos uno de ellos. Sé que estas atravesando el peor momento de tu vida y necesitas vengarte de quien te arrebato lo mas importante que tenías. Lo que no sé es si vas a volver a ser el mismo de antes.
Espero no ofenderte con mi carta. Digo lo que pienso, la hipocresía no es mi idioma. Gracias por todo lo que me enseñaste alguna vez, mi respuesta es producto de eso.
Abrazo grande.
Gaby.
domingo, 26 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
Carta argumentativa (segunda versión)
Señor Mariano Pérez Salvi:
Me dirijo a usted con todo mi respeto, mi nombre es Daniela Rodríguez, vivo en Capital Federal, estudio en el colegio Mariano Acosta y estoy en 5º año del secundario. Tal vez nunca llegue a sus manos esta carta y yo gaste mi tiempo escribiéndola, pero me surge la necesidad de hacerlo luego de haber visto su programa de televisión el lunes por la noche.
Indignación es la palabra que describe mis sentimientos en este momento. Sí, quien debe estar indignada soy yo, y no usted como afirma estarlo luego de ver “a esos chicos tomando el colegio con total impunidad sin que nadie pudiera hacer nada”. Me pregunto qué es lo que usted desea que nos hagan ¿querrá que nos repriman? ¿O querrá que nos lleven presos?
Como alumna de un colegio del Estado me siento en la obligación de tomar posición y formular una posible respuesta. Durante la media hora que duró su monologo, tan prolijo y serio por cierto, se limitó a desacreditar la toma en las escuelas, afirmar de lo mal que esta que se pierdan días de clases, de la violencia impuesta por aquellos pocos alumnos que están al frente de la toma y lo que mas me irrita es que asevero, con total convicción, que esto es una campaña en contra del jefe de gobierno, Mauricio Macri.
Yo comparto con usted la preocupación de la perdida de días de clases, porque soy defensora acérrima de la educación; y por esta misma razón es que participo en las decisiones que se llevan a cabo para poder mejorar el sistema educativo. Resulta que no es nada fácil, que las intenciones de quienes deberían asegurarnos una educación digna son nulas y desoyen nuestros pedidos prometiéndonos algo que de antemano se sabe que no van a cumplir. Además los medios son cómplices de ellos y en lugar de sumarse a nuestra lucha legítima, la hacen parecer como si fuese un reclamo caprichoso, desinformando a la sociedad.
Por otro lado su concepto de violencia es muy distinto del mío. Yo veo violencia en las goteras de las paredes de mi colegio, en los baños sucios y rotos, en las ventanas que no se cierran en invierno y el frío que entra por ellas, en la biblioteca vacía con los estantes esperando alguna muestra de solidaridad de algún lector retirado.
Donde también noto violencia es en su discurso despectivo. En los argumentos poco felices que utiliza para desacreditar nuestra protesta como decir que cuando usted iba al colegio tampoco había calefacción en las aulas entonces no entiende de qué nos quejamos. Con respecto a esto quiero decirle simplemente dos cosas: Hace 40 años atrás en casi ningún colegio había estufas, mi padre pertenece a su generación y es testigo de ello. Y a la escuela privada a la que usted iba y de la que hace tanta mención, seguramente las ventanas estaban bien cerradas y el frío no se filtraba por ningún lado.
Entonces,dígame si el nombre de su programa “la hora de la verdad” no es una verdadera infamia.
No pretendo que esta carta sea leída al aire ni muchos menos, se que eso es un absurdo. Simplemente quiero invitarlo que como periodista cumpla con su rol de decir la verdad y no tergiversar la realidad, porque la educación esta pasando por un momento crítico, y eso usted lo sabe muy bien. No solo los colegios, sino ahora las universidades se sumaron a la misma lucha; entonces decir que somos “unos irrespetuosos maleducados” no tiene sentido, sobre todo cuando esos “maleducados” somos los que tenemos conciencia de nuestra situación y formamos parte de las decisiones que se toman en la sociedad. No se olvide que somos el futuro ¿o usted prefiere un país repleto de ignorantes? Si usted mirará con los mismos ojos que veo yo, estoy segura que se retractaría de lo que dijo.
Mi única arma es la palabra y la uso a favor de la sociedad. Espero que usted también haga lo mismo.
Muchas gracias por su tiempo.
Daniela Rodríguez
Me dirijo a usted con todo mi respeto, mi nombre es Daniela Rodríguez, vivo en Capital Federal, estudio en el colegio Mariano Acosta y estoy en 5º año del secundario. Tal vez nunca llegue a sus manos esta carta y yo gaste mi tiempo escribiéndola, pero me surge la necesidad de hacerlo luego de haber visto su programa de televisión el lunes por la noche.
Indignación es la palabra que describe mis sentimientos en este momento. Sí, quien debe estar indignada soy yo, y no usted como afirma estarlo luego de ver “a esos chicos tomando el colegio con total impunidad sin que nadie pudiera hacer nada”. Me pregunto qué es lo que usted desea que nos hagan ¿querrá que nos repriman? ¿O querrá que nos lleven presos?
Como alumna de un colegio del Estado me siento en la obligación de tomar posición y formular una posible respuesta. Durante la media hora que duró su monologo, tan prolijo y serio por cierto, se limitó a desacreditar la toma en las escuelas, afirmar de lo mal que esta que se pierdan días de clases, de la violencia impuesta por aquellos pocos alumnos que están al frente de la toma y lo que mas me irrita es que asevero, con total convicción, que esto es una campaña en contra del jefe de gobierno, Mauricio Macri.
Yo comparto con usted la preocupación de la perdida de días de clases, porque soy defensora acérrima de la educación; y por esta misma razón es que participo en las decisiones que se llevan a cabo para poder mejorar el sistema educativo. Resulta que no es nada fácil, que las intenciones de quienes deberían asegurarnos una educación digna son nulas y desoyen nuestros pedidos prometiéndonos algo que de antemano se sabe que no van a cumplir. Además los medios son cómplices de ellos y en lugar de sumarse a nuestra lucha legítima, la hacen parecer como si fuese un reclamo caprichoso, desinformando a la sociedad.
Por otro lado su concepto de violencia es muy distinto del mío. Yo veo violencia en las goteras de las paredes de mi colegio, en los baños sucios y rotos, en las ventanas que no se cierran en invierno y el frío que entra por ellas, en la biblioteca vacía con los estantes esperando alguna muestra de solidaridad de algún lector retirado.
Donde también noto violencia es en su discurso despectivo. En los argumentos poco felices que utiliza para desacreditar nuestra protesta como decir que cuando usted iba al colegio tampoco había calefacción en las aulas entonces no entiende de qué nos quejamos. Con respecto a esto quiero decirle simplemente dos cosas: Hace 40 años atrás en casi ningún colegio había estufas, mi padre pertenece a su generación y es testigo de ello. Y a la escuela privada a la que usted iba y de la que hace tanta mención, seguramente las ventanas estaban bien cerradas y el frío no se filtraba por ningún lado.
Entonces,dígame si el nombre de su programa “la hora de la verdad” no es una verdadera infamia.
No pretendo que esta carta sea leída al aire ni muchos menos, se que eso es un absurdo. Simplemente quiero invitarlo que como periodista cumpla con su rol de decir la verdad y no tergiversar la realidad, porque la educación esta pasando por un momento crítico, y eso usted lo sabe muy bien. No solo los colegios, sino ahora las universidades se sumaron a la misma lucha; entonces decir que somos “unos irrespetuosos maleducados” no tiene sentido, sobre todo cuando esos “maleducados” somos los que tenemos conciencia de nuestra situación y formamos parte de las decisiones que se toman en la sociedad. No se olvide que somos el futuro ¿o usted prefiere un país repleto de ignorantes? Si usted mirará con los mismos ojos que veo yo, estoy segura que se retractaría de lo que dijo.
Mi única arma es la palabra y la uso a favor de la sociedad. Espero que usted también haga lo mismo.
Muchas gracias por su tiempo.
Daniela Rodríguez
lunes, 6 de septiembre de 2010
Carta argumentativa
Señor Mariano Pérez Salvi:
Me dirijo a usted con todo mi respeto, mi nombre es Daniela Rodríguez, vivo en Quilmes, provincia de Buenos Aires, estudio en la escuela número 4 del mismo barrio y estoy en 5º año del secundario. Tal vez nunca llegue a sus manos esta carta y yo gaste mi tiempo escribiéndola, pero me surge la necesidad de hacerlo luego de haber visto su programa de televisión el lunes por la noche.
Indignación es la palabra que describe mis sentimientos en este momento. Sí, quien debe estar indignada soy yo, y no usted como afirmo estarlo luego de ver “a esos chicos tomando el colegio con total impunidad sin que nadie pudiera hacer nada”. Me pregunto qué es lo que usted desea que les hagan ¿querrá que los repriman? ¿O querrá que los lleven presos?
Como alumna de un colegio del Estado me siento en la obligación de tomar posición y dirigirme a usted primero porque limitó todo su monólogo a hablar de lo mal que está que los chicos pierdan días de clases, de lo nefasto que es tomar las escuelas y peor aún, se tomó el atrevimiento de afirmar que esto es una campaña en contra de Macri. Y segundo porque en ningún momento hizo mención de la situación edilicia precaria e insuficiente que tienen los colegios, no solo de capital sino de provincia (soy testigo de ello) y estoy segura que en el resto del país. Entonces dígame si el nombre de su programa “la hora de la verdad” no es una verdadera infamia.
Por otro lado, uno de los argumentos utilizados para desacreditar la protesta es que cuando usted iba al colegio tampoco había calefacción en las aulas entonces “no entiende de que se quejan”. Le quiero decir dos cosas con respecto a esto: hace 40 años atrás en casi ningún colegio había estufas. Y a la escuela privada a la que usted iba y de la que hace tanta mención, seguramente las ventanas estaban bien cerradas y el frío no se filtraba por ningún lado.
Además con goteras en los techos, con frecuentes cortes de luz, con bancos rotos, con frío en invierno, con ausencia de material didáctico, aunque no lo crea le juro que así, es imposible estudiar.
No pretendo que esta carta sea leída al aire ni mucho menos, se que eso es absurdo. Simplemente quiero invitarlo que como periodista cumpla con su rol de decir la verdad y no tergiversar la realidad, porque la educación está pasando por un mal momento y no todos los estudiantes somos unos “pendejos maleducados sin límites” sino que algunos tenemos conciencia de lo que está sucediendo y decidimos formar parte de las decisiones que se toman en la sociedad. Si usted mirará con los mismos ojos que veo yo, estoy segura que se retractaría de lo que dijo.
Mi única arma es la palabra y la uso a favor de la sociedad. Espero que usted también haga lo mismo.
Muchas gracias por su tiempo.
Daniela Rodríguez
Me dirijo a usted con todo mi respeto, mi nombre es Daniela Rodríguez, vivo en Quilmes, provincia de Buenos Aires, estudio en la escuela número 4 del mismo barrio y estoy en 5º año del secundario. Tal vez nunca llegue a sus manos esta carta y yo gaste mi tiempo escribiéndola, pero me surge la necesidad de hacerlo luego de haber visto su programa de televisión el lunes por la noche.
Indignación es la palabra que describe mis sentimientos en este momento. Sí, quien debe estar indignada soy yo, y no usted como afirmo estarlo luego de ver “a esos chicos tomando el colegio con total impunidad sin que nadie pudiera hacer nada”. Me pregunto qué es lo que usted desea que les hagan ¿querrá que los repriman? ¿O querrá que los lleven presos?
Como alumna de un colegio del Estado me siento en la obligación de tomar posición y dirigirme a usted primero porque limitó todo su monólogo a hablar de lo mal que está que los chicos pierdan días de clases, de lo nefasto que es tomar las escuelas y peor aún, se tomó el atrevimiento de afirmar que esto es una campaña en contra de Macri. Y segundo porque en ningún momento hizo mención de la situación edilicia precaria e insuficiente que tienen los colegios, no solo de capital sino de provincia (soy testigo de ello) y estoy segura que en el resto del país. Entonces dígame si el nombre de su programa “la hora de la verdad” no es una verdadera infamia.
Por otro lado, uno de los argumentos utilizados para desacreditar la protesta es que cuando usted iba al colegio tampoco había calefacción en las aulas entonces “no entiende de que se quejan”. Le quiero decir dos cosas con respecto a esto: hace 40 años atrás en casi ningún colegio había estufas. Y a la escuela privada a la que usted iba y de la que hace tanta mención, seguramente las ventanas estaban bien cerradas y el frío no se filtraba por ningún lado.
Además con goteras en los techos, con frecuentes cortes de luz, con bancos rotos, con frío en invierno, con ausencia de material didáctico, aunque no lo crea le juro que así, es imposible estudiar.
No pretendo que esta carta sea leída al aire ni mucho menos, se que eso es absurdo. Simplemente quiero invitarlo que como periodista cumpla con su rol de decir la verdad y no tergiversar la realidad, porque la educación está pasando por un mal momento y no todos los estudiantes somos unos “pendejos maleducados sin límites” sino que algunos tenemos conciencia de lo que está sucediendo y decidimos formar parte de las decisiones que se toman en la sociedad. Si usted mirará con los mismos ojos que veo yo, estoy segura que se retractaría de lo que dijo.
Mi única arma es la palabra y la uso a favor de la sociedad. Espero que usted también haga lo mismo.
Muchas gracias por su tiempo.
Daniela Rodríguez
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